El mercado inmobiliario es muchas veces un gran reflejo del estado de la economía a nivel nacional o incluso internacional.

Actualmente, nos encontramos en un punto de cambio en la dinámica inmobiliaria y los expertos auguran un 2023 muy distinto a lo que venimos viendo desde la pandemia.

Entre los diversos factores que provocan esta situación inmobiliaria encontramos la subida de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo para controlar la inflación y el alza del euríbor.

El resultado se traduce en un encarecimiento de las cuotas de las hipotecas variables y la oferta del tipo fijo. Mirando hacia el futuro próximo podemos ver que con las subidas de tipos, los préstamos para la compra de vivienda no serán tan accesibles y, los hogares con créditos hipotecarios referenciados al euríbor empezarán a perder poder adquisitivo.

Las familias más atentas al mercado se están dando cuenta de la situación hipotecaria y los que tenían pensado comprar piso están acelerando para poder cazar los últimos tipos bajos, ante la expectativa de que estos suban. Esto significa que actualmente y hasta final de 2022 la demanda va a seguir siendo grande.

Pero esta fiebre de la demanda de vivienda es un efecto temporal. Entre otras cosas porque, conforme los tipos sigan subiendo y encarezcan el crédito, las familias tendrán mayores dificultades para hacer frente a la compra de vivienda, y la demanda echará el freno.

Una vez pasen las prisas por comprar vivienda con tipos bajos, la demanda se frenará.

El primer efecto de esta bajada de la demanda será un reajuste en los precios de la vivienda, pronosticándose una bajada de estos, aunque no muy significativa.

Por este motivo, los expertos aconsejan apresurarse en vender y esperar a comprar.

Ya que nos encontramos en una situación de relativa incertidumbre, aparece el efecto especulador y potenciales compradores esperarán a que la inflación se controle y la economía se estabilice un poco para moverse en el mercado inmobiliario. Se calcula que este momento llegará desde mediados de 2023.

Como he explicado, la previsión es que los precios bajen debido a que la demanda familiar caerá, pero esta situación de incertidumbre puede atraer a determinados inversores buscando pescar en río revuelto y que ayudarán a apuntalar el precio de la vivienda.

En definitiva, lo que se espera es una ralentización del mercado residencial en los próximos meses, que se agudizará el año que viene.

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